La kombucha es una bebida popular que se ha consumido desde hace siglos en diferentes partes del mundo. Esta bebida se produce a partir de té endulzado con azúcar y una colonia simbiótica de bacterias y levaduras conocida como SCOBY, que es el resultado de la fermentación de la kombucha. Durante este proceso, se generan y desarrollan varias cepas de microorganismos probióticos que pueden ayudar a mejorar la salud de la microbiota intestinal.

La fermentación de la kombucha: donde ocurre la magia probiótica

Las cepas probióticas que se encuentran en la kombucha son el resultado directo de la fermentación de la bebida. Durante la fermentación de la kombucha, las bacterias y levaduras presentes en el SCOBY metabolizan el azúcar y otros nutrientes en el té y producen diferentes compuestos y metabolitos. Estos compuestos incluyen ácidos orgánicos, vitaminas, enzimas y otros productos que contribuyen al sabor y aroma de la bebida, pero también tienen un impacto positivo en la salud de la microbiota intestinal.

Algunas de las cepas probióticas más comunes que se generan durante la fermentación de la kombucha incluyen bacterias ácido lácticas, bacterias ácido acéticas y levaduras. Estas cepas incluyen Lactobacillus plantarum, Lactobacillus brevis, Lactobacillus acidophilus, Acetobacter xylinum, Saccharomyces spp., Candida spp. y Brettanomyces spp. Estos microorganismos pueden trabajar juntos para mejorar la salud de la microbiota intestinal y prevenir el crecimiento excesivo de bacterias dañinas.

Los probióticos presentes en la kombucha pueden ayudar a mejorar la salud intestinal de diferentes maneras. Los lactobacilos, por ejemplo, pueden ayudar a mejorar la digestión de los alimentos y disminuir la inflamación en el tracto intestinal. Las bacterias ácido acéticas pueden ayudar a mejorar la función inmunológica del intestino y prevenir el crecimiento excesivo de bacterias dañinas. Las levaduras pueden ayudar a reducir la inflamación y mejorar la absorción de nutrientes.